En respuesta a la invitación del Centro Andaluz de las Letras, los alumnos de quinto y sexto leeran el manifiesto escrito por el poeta sevillano Fernando Ortiz. Aquí os dejamos copia de este manifiesto.
LA LECTURA: UN SINÓNIMO DE FELICIDAD
Sí, he dicho en el título felicidad, esa palabra que, según el
diccionario, tiene dos acepciones. La primera, “estado de ánimo que se
complace en la posesión de un bien” y, la segunda, “satisfacción, gusto,
contento”. Y a las dos conviene el disfrute de la lectura, como todos
los aficionados a ella saben e ignoran los iletrados. Éstos creen que
detrás de esa palabra, felicidad, se esconde al menos el parto de los
montes, las huríes del profeta y el cuponazo. Y, al fin, resulta que,
como todo lo humano, la felicidad es algo más modesto y hecho a la
medida del hombre. La felicidad puede representarse, por ejemplo, en la
luz de la mesilla de noche encendida y, sobre ésta, el libro que estamos
leyendo y que, casi desde el principio, nos depara tanto placer que ya
andamos temiendo su final. Porque siempre es poco y no mensurable con el
reloj el tiempo que se dedica a algo que nos produce goce.
Dice Valéry Larbaud en su ensayo
Ese vicio impune, la lectura
: “La lectura es una especie de vicio, semejante a los hábitos a los
que volvemos con un sentimiento vivo de placer, en los que nos
refugiamos y aislamos, y que nos consuelan y guardan una oportunidad de
revancha de nuestros pequeños sinsabores”. Y añado yo que este hábito
resulta aún más gustoso si lo formamos en la niñez, época en la que el
lector es más activo ante el libro. Así, el niño que lee
La Isla del Tesoro,
lee también su propia obra en colaboración con Stevenson, pues la ha
enriquecido con sus experiencias, sentimientos y ensueños, añadiéndole
aventuras, episodios y personajes de su propia invención. Y ese mismo
lector, cuando abandone la niñez y abra otra vez las viejas páginas de
La Isla del Tesoro,
volverá a percibir, junto al inagotable tesoro del mundo maravilloso
que allí se encierra, el violento perfume de la infancia abolida y ahora
recuperada como por arte de encantamiento.
Fernando Ortiz